Las prostaglandinas son sustancias que sintetizan las células a partir de los ácidos grasos esenciales. Son una especie de hormonas locales con múltiples efectos, la mayor parte de las veces antagónicos.
Las de la serie 2 (PGE2), sintetizadas a partir del ácido araquidónico de las paredes celulares o del presente en los alimentos de origen animal, son potentes vasodilatadores arteriales y están relacionadas con los procesos inflamatorios que producen fiebre, rubor, edema y dolor. Por ello, la aspirina, que inhibe la síntesis de estas prostaglandinas, posee acción antipirética (baja la fiebre), antinflamatoria y analgésica. También la vasodilatación desencadenada por las prostaglandinas de la serie 2 favorece la secreción de mucus en las paredes del estómago e intestino, por lo que su inhibición por la ingesta de aspirina y otros antinflamatorios puede ser causa de que aparezcan úlceras gastroduodenales.
Las grasas saturadas favorecen intensamente nuestra síntesis de prostaglandinas de la serie 2.
Las prostaglandinas de la serie 1 (PGE1) procedentes de los ácidos w-6 tienen el efecto contrario, son antinflamatorias y regulan a las anteriores.
La inflamación es una cuestión de equilibrio de las prostaglandinas
La grasa animal (vacuno, cerdo, cordero, lácteos, etc.) contiene ácido araquidónico, un ácido graso necesario, que también nuestras células pueden sintetizar a partir del ácido linoleico, pero que cuando está en concentraciones altas con respecto a los GLA y EPA, se convierten en PGE2, sustancias que producen inflamación, y en presencia de oxígeno, en tromboxanos y leucotrienos, moléculas de gran potencia inflamatoria (hasta mil veces más inflamatorias que la histamina).
Las grasas vegetales crudas y el aceite de pescado contienen GLA precursor de PGE1 y EPA y DHA precursores de PGE3 respectivamente. Ambas prostaglandinas tienen efectos antinflamatorios.
Cuanto mayor sea en el organismo la producción de PGE1 y PGE3, menor será la de PGE2; por lo tanto para evitar los procesos inflamatorios basta consumir más precursores de las primeras que de la segunda. Esto podría disminuir la necesidad de recurrir a las aspirinas de conocido poder antinflamatorio, que como ya se ha visto, disminuyen la formación de leucotrienos y de las prostaglandinas PGE2.
Los Precursores
Las células no pueden sintetizar directamente las prostaglandinas a partir de los ácidos grasos esenciales, estos tienen que sufrir antes un proceso en el hígado por el que se convierten en GLA, si proceden de la serie w-6 o en EPA y DHA si lo son de la serie w-3.
Este proceso además de ser competitivo es inhibido por múltiples factores: envejecimiento, contaminación, radiaciones ionizantes, estrés, grasas saturadas, azúcar, alcohol, poca insulina, deficiencia de zinc, cambios hormonales…
Por suerte estos productos intermedios nos los presenta la naturaleza: la GLA en los aceites de onagra y borraja y los EPA y DHA en los aceites de pescado.
La industria dietética fabrica varios preparados de estos aceites, en algunos casos por separado y en otros juntos.
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