Los radicales libres son átomos o grupos de átomos con uno o más electrones desapareados, capaces de participar en las reacciones de transferencia de electrones, como oxidantes.
Modo de Acción de los Radicales
Los radicales libres son moléculas “excitadas” que pueden actuar en la pared de las células, lesionándolas y debilitando su estructura, facilitando su degeneración y destrucción. Se trata de un proceso de transferencia de electrones, es decir de una oxidación. Los radicales libres también atacan los capilares y las terminaciones nerviosas; alteran las proteínas (por ejemplo, las que se depositan en el cristalino formando cataratas); alteran la elastina, una proteína constituyente de los músculos y las articulaciones, facilitando el proceso de la artrosis; y oxidan los lípidos plasmáticos facilitando la formación de ateromas en las paredes arteriales.
Podemos resumir en tres apartados la acción de los radicales libres:
• Destrucción de membranas celulares:
- Peroxidación lipídica en la doble membrana lipídica.
- Reticularización de la estructura proteica de la membrana.
- Modificación de las estructuras superficiales de la membrana (ejemplo, destrucción del poder antigénico).
• Destrucción de estructuras intra y extracelulares:
- Enzimas. Mitocondrias.
- Eritrocitos.
- Roturas del ADN.
- Rotura de la elastina, del colágeno o de polisacáridos.
• Oxidación de los compuestos plasmáticos:
- Lipoproteínas de baja densidad. Ácidos grasos libres.
Fuentes de Radicales Libres
Fuentes endógenas:
La fuente más importante de radicales libres es el exceso de calorías de la dieta. Cuantas más calorías ingerimos, más tienen que metabolizar nuestras células y más radicales libres producen.
En la cadena respiratoria del metabolismo celular se produce el anión superóxido, muy oxidante. La producción es mayor cuanto mayor sea el metabolismo basal y más sean las calorías ingeridas. El estrés y la actividad física aeróbica extenuante, sin programación, también los aumentan.
Se producen también en los mecanismos de defensa inmunitaria. Por ejemplo, en las enfermedades autoinmunes, en las infecciones, en el cáncer, SIDA…
Además, hay otras causas exógenas que hacen que su producción aumente.
Fuentes exógenas
• Rayos ultravioletas. Exceso de sol.
• Tabaco.
• Medicamentos.
• Alimentos procesados: aditivos, ahumados, irradiados, braseados, microondas… El efecto se agrava por el mal estado de los intestinos y del hígado.
• Contaminación ambiental: oxidaciones industriales y de los coches, iones de metales pesados.
• Alimentos fritos con aceites requemados y los braseados.
Los Antirradicales o Antioxidantes
De una manera natural nuestras células tienen las herramientas para neutralizar los temidos radicales libres. Algunas herramientas son endógenas (producidas por las propias células) y otras exógenas que introducimos mediante los alimentos o los complementos dietéticos.
Antirradicaes endógenos
• Enzimas: superóxidodismutasa (SOD) cinc y cobre dependiente. Catalasa hierro dependiente. Glutation peroxidasa selenio dependiente y la coenzima Q10.
Antirradicales exógenos
• Vitaminas: Vitamina E (tocoferoles), acción asociada al selenio. Vitamina A (carotenoides). Vitamina C (ácido ascórbico).
• Minerales: Selenio. Cinc. Hierro. Magnesio. Manganeso.
• Flavonoides y antocianidinas.
Estrés Oxidativo y Antioxidantes
Los radicales libres se producen siempre, pero ante circunstancias de la vida como el estrés, el exceso de actividad, el tabaquismo, la contaminación, la alimentación inadecuada o el sedentarismo se generan más radicales de los normales. El cuerpo tiene sus vías de eliminación de radicales libres y la posibilidad de neutralizarlos en la misma sangre o en los fluidos corporales; esta es la labor de los antioxidantes.
Cuando hay un desequilibrio entre las sustancias formadoras de radicales libres (oxidantes) y las sustancias captadoras o neutralizadoras de radicales libres (antioxidantes), ocurre lo que se llama estrés oxidativo.
Diversos estudios parecen demostrar que en personas expuestas a una generación excesiva de estos dañinos radicales libres, la ingestión de antioxidantes puede colaborar con las propias defensas del organismo a su neutralización. Por eso en algunos casos está indicada temporalmente la suplementación con vitaminas y oligoelementos antioxidantes y otras sustancias de demostrado carácter antioxidante como los bioflavonoides y las antocianinas.
La vitamina antioxidante de lípidos por excelencia es la vitamina E. Aunque podríamos obtenerla de los alimentos (se encuentra asociada a la grasa), necesitaríamos ingerir grandes cantidades de calorías. Además, cuando está asociada a grasas poliinsaturadas, la vitamina E es utilizada como antioxidante de éstas, quedando así mermada su actividad para el individuo que la ingiere.
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