Para mantener y recuperar nuestra salud es necesario conocer los efectos curativos que tienen los elementos básicos que nos ofrece la naturaleza, para utilizarlos y obtener el máximo beneficio ellos.
Los elementos básicos de la salud son: el agua, el aire, el sol y la tierra.
El Agua
Las propiedades del agua son de sobra conocidas. “El frío del agua sobre la piel tiene doble efecto: contracción vascular que descarga la sangre de los capilares al interior y reacción que descongestiona los órganos internos y llena los vasos de la piel, donde afluye el exceso de calor interno y las impurezas de la sangre para eliminarlas por los poros“.
El agua se puede utilizar como alimento y como medicina, ya que por sus cualidades permite la eliminación de impurezas, actúa como termorregulador corporal, mineraliza nuestros órganos internos, estimula la circulación sanguínea, sirve como sedante para el sistema nervioso, activa el estómago y los intestinos, y calma la sed como ninguna otra bebida.
La mejor manera de aprovechar este elemento es beberla al natural, en pequeños sorbos, fresca. Utilizar el agua fría para limpiar nuestro cuerpo y buscar las reacciones de calor después del baño, para evitar enfriamientos o resfriados.
El Aire
El primer nutriente del ser humano es el aire. El oxígeno que requiere nuestro organismo, lo podemos obtener en forma natural del aire, pero este debe ser limpio, puro, libre de contaminantes, humos, polvos, partículas extrañas y de malos olores. Se ha comprobado que las personas que tienden a permanecer en lugares cerrados y mal ventilados, donde se respira un aire viciado, son más propensas a enfermedades, pues el organismo absorbe por la piel y a través de los pulmones toda clase de microorganismos que pueden afectar nuestra salud.
Debemos buscar en forma permanente estar en contacto con el aire puro; si tenemos el privilegio y la oportunidad de salir al campo, la playa o las montañas. También es muy importante aplicar técnicas de respiración para renovar nuestro aire y oxigenar nuestro organismo. Si vivimos en la ciudad, salgamos a los parques y jardines bien arbolados cuanto menos tres veces por semana, y si es por las mañanas será mucho mejor, pues en las noches el aire estará más cargado de contaminantes y dióxido de carbono.
El Sol
El sol es la fuente de la vida y la salud, pues nos proporciona energía, calor y luz. Este elemento fortalece el sistema nervioso, estimula la piel y purifica nuestra sangre.
La luz solar permite la fotosíntesis de las plantas, provocando su verdor, facilita la maduración de los frutos y da color a las flores.
La exposición a los rayos solares es una práctica antiquísima; se hacía para dar calor al cuerpo, para purificarlo y evitar la ictericia en los bebés. Se recomienda que a los niños en crecimiento se les permita exponerse a los rayos del sol cuando menos una hora diaria; esto, con la finalidad de que se vitalizara su organismo y asimilaran la vitamina D, los hidratos de carbono, las proteínas y el oxígeno.
La Tierra
Una práctica muy eficaz para aprovechar al máximo las propiedades de la tierra, es caminar descalzo sobre ella cuando está húmeda y removida; esto permite que se active nuestro sistema nervioso y el sistema circulatorio.
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