Casi todos los problemas físicos o mentales tienen sus raíces en una causa emocional. Las emociones se producen como consecuencia de nuestras reacciones a cómo percibimos una determinada situación. Y la forma en que vemos el mundo se basa en las convicciones que nos hemos ido formando a temprana edad en función de cómo nos hayan educado, en la observación de modelos de cómo se desenvolvían los demás en sus relaciones y del grado en que han sido satisfechas nuestras necesidades en el transcurso de nuestro desarrollo.
Nuestras creencias también están impregnadas de las opiniones familiares acerca de nuestra valía, condicionando todo lo que hacemos en la actualidad.
En kinesiología y en acupuntura el dolor se considera un desequilibrio relacionado con la distribución de la energía en el cuerpo. Al bloquearse los canales de energía del cuerpo, conocidos como meridianos, se acumula un exceso de energía que da lugar al dolor. Estas perturbaciones que afectan a la distribución de la energía se deben, además de los que hemos visto más arriba, a otros factores que van a producir estrés, por ejemplo: una postura corporal incorrecta u otros trastornos estructurales, una alimentación inadecuada, la influencia de sustancias tóxicas del medio ambiente, conflictos psíquicos, etc.
Uno de los aspectos más extraordinarios y fundamentales de la kinesiología consiste en la posibilidad de evaluar problemas y desequilibrios según su grado de necesidad. De esta forma, los tratamientos correctivos pueden centrarse en los problemas primarios.
La kinesiología nos permite identificar la causa primordial del problema que esté aquejando a la persona, tratarla y eliminarla, y como consecuencia los problemas secundarios desaparecen automáticamente.
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