En los países industrializados, el porcentaje de hipertensos aumenta con la edad, pasando de menos del 5% en la adolescencia, a más del 50% en la edad de jubilación. Sin embargo, las poblaciones rurales de los cinco continentes no conocen la hipertensión. Esto es un buen indicativo de que los responsables del aumento de la presión arterial con la edad son los factores ambientales relacionados con la industrialización.
Los parámetros que determinan la presión arterial son relativamente simples. Se trata del volumen sanguíneo que depende directamente del balance sódico, de la eficacia del bombeo de la sangre por el corazón condicionada del potasio, y de la resistencia que los vasos arteriales oponen al flujo de la sangre según su grado de endurecimiento.
Como el régimen alimenticio de nuestros antepasados no industrializados, más vegetariano que carnívoro, tuvo durante milenios una relación sodio/potasio baja, sus riñones se “acostumbraron” a retener sodio y a eliminar el exceso de potasio. En la actualidad, comemos demasiado, con exceso de sal refinada; nuestro consumo de potasio es escaso porque nuestro régimen es cada vez menos vegetariano, y la ingesta de magnesio está muy por debajo de lo deseado por abusar de alimentos refinados, y por el empobrecimiento de los suelos como consecuencia de la industrialización agrícola. En consecuencia los términos han cambiado, la relación sodio/potasio es muy alta y a nuestros riñones no les ha dado tiempo a adaptarse al cambio, siguen teniendo facilidad para retener sodio y eliminar potasio. Dependiendo de la constitución y estado de nuestros riñones responderemos al exceso de sal. Los estudios estadísticos muestran que aproximadamente la mitad de la población de los países industrializados es sensible a la sal.
No todas las personas que tienen la tensión alta consiguen bajarla al eliminar la sal de la dieta, pero, salvo raras excepciones, sí responden a una regulación electrolítica de los iones sodio, potasio, calcio y magnesio. Esta regulación se puede hacer a través de un cambio de alimentación, que sea más vegetariana que carnívora, con alimentos naturales sin refinar y restableciendo el correcto funcionamiento de los riñones, pieza clave en la regulación de los electrolitos. En ningún caso debe eliminarse por completo la sal, una mínima cantidad de sal es necesaria para activar la función renal, la manera más eficaz de suministrarla es en forma de unas gotas de tamari en un caldo de algas, o simplemente unos granitos de sal marina sin refinar.
No obstante, la restricción de sal para prevenir la tensión alta debe hacerse durante la infancia, esto es mucho más efectivo que eliminar totalmente la sal cuando aparece la hipertensión. La sal tomada en exceso a lo largo de la vida va endureciendo el sistema cardiovascular, haciéndonos candidatos a la temida hipertensión.
Y puestos a prevenir el endurecimiento arterial, no debería abusarse de las solanáceas (patatas, pimientos, tomates, berenjenas y tabaco) especialmente si se toman lácteos y aguas cálcicas. La solanina presente en las solanáceas retira el calcio de la circulación depositándola entre otros lugares en las arterias endureciéndolas.
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