Técnicas Curativas

Centro Fénix de Naturopatía




Centro Fénix de Naturopatía tiene el placer de invitarles a conocer sus técnicas curativas, probadas y usadas, con éxito, por miles de personas en todo el mundo, como remedio de síntomas contra la depresión, el estrés, la ansiedad.
Dolores musculares y deterioros articulares.
Problemas respiratorios y alergias.
Dependencias y adicciones.
Algias



Tels. (+34) 680 53 75 56 - (+34) 669 56 44 23 - España

Solo por Hoy


Sólo por hoy, me voy a conceder permiso...
para abrir un nuevo sendero;
para aprender una nueva forma de vivir.
Para dudar, para cometer errores.
Para reir, llorar, amar, reflexionar, descansar.
Para conocer la paz de la renuncia.


Sólo por hoy, me voy a conceder permiso...
para ser amable conmigo mismo.
Para honrar mi cuerpo, mi corazón, mi alma.
Para confiar en el futuro, en Dios, en mí.
Para venerar la vida que disfruto.
Para recordar quién soy.


Sólo por hoy...
Voy a encontrar el valor necesario
para mantenerme firme,
para escuchar,
para escuchar el susurro de mi corazón...
entre el sonido del trueno,
para cantar al viento.



Heart Singer





Centro Fénix de Naturopatía

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viernes, diciembre 18, 2015

El Segundo Cerebro

En todas las culturas antiguas y modernas se ha tenido la conciencia, al menos popular, de que nuestras tripas son capaces de experimentar emociones.
Al recibir una buena noticia, un cosquilleo placentero invade el abdomen, como si en su interior revolotearan miles de mariposas. Por el contrario, las situaciones de tensión, miedo o aflicción hacen que el estómago se encoja y sintamos como si un roedor escarbase en nuestras entrañas.

Este mar de sensaciones estomacales empieza ahora a encontrar una explicación dentro de los límites de la ciencia. Fruto de décadas de trabajo, los científicos están en condiciones de afirmar que, por inaudito que pueda parecer, en el tracto gastrointestinal se aloja un segundo cerebro muy similar al que tenemos en la cabeza. Efectivamente, el tubo digestivo está literalmente tapizado por más de 100 millones de células nerviosas, casi exactamente igual que la cifra existente en toda la médula espinal, estructura que junto al encéfalo (cerebro, cerebelo y tronco encefálico) forma el denominado sistema nervioso central (SNC). Desde el punto de vista estructural, los neurólogos dividían el sistema nervioso en dos componentes: el central y el periférico (SNP).
Este último incluye las neuronas sensitivas, que conectan el SNC con los receptores sensitivos; y las neuronas motoras, que ponen en comunicación el sistema central con los músculos y las glándulas.

No es un secreto que el aparato gastrointestinal tiene el cometido de aportar al organismo un suministro continuo de agua, electrolitos y elementos nutritivos.
Para conseguirlo, requiere conducir la comida a lo largo del tubo digestivo mediante unos movimientos ondulatorios llamados peristálticos, secretar jugos digestivos, y digerir los alimentos, absorber los productos digeridos, los electrolitos y el agua; transportar este material hasta el sistema circulatorio y, finalmente, expulsar los productos de desecho. Todas estas tareas están bajo control, en mayor o menor grado, del cerebro abdominal, también conocido como sistema nervioso entérico (SNE). Pero su cometido va más allá que el de supervisar los, ya de por sí, complejos procesos digestivos. Al igual que el recluido en las paredes craneales, el cerebro entérico produce sustancias psicoactivas que influyen en el estado anímico, como los neurotransmisores serotonina y dopamina, así como diferentes opiáceos que modulan el dolor.
Además, sintetiza benzodiazepinas, compuestos químicos que tienen el mismo efecto tranquilizante que el Valium.

El abdomen envía más información a la cabeza de la que recibe de ésta. A lo largo de la vida del individuo, circulan por sus intestinos más de 30 toneladas de alimentos y 50.000 litros de líquidos. El manejo y procesamiento de este gran volumen de materia prima, es una de las competencias de nuestro sabio cerebro abdominal.

Las tuberías que conforman nuestro aparato digestivo presentan una estructura compleja. La pared intestinal está formada por diferentes capas: entre otras, la serosa, las musculares longitudinal y circular, la submucosa y la mucosa. Entre éstas discurre el sistema nervioso entérico (SNE), también conocido como cerebro abdominal.

Los científicos opinan que se trata de una adaptación evolutiva. El cerebro principal delegó funciones digestivas a un segundo cerebro, para así dedicarse en cuerpo y alma a otros menesteres, como la caza y la huida, ante posibles enemigos, y la búsqueda de pareja. Las razones por las que el sistema nervioso entérico se trastorna, aún no son bien conocidas, pero las emociones pueden desempeñar un papel fundamental, de la misma forma que actúan sobre el sistema nervioso central.
Casi todos los pacientes con síndrome de intestino irritable, se quejan de problemas mentales y emocionales, como ansiedad, fatiga, agresividad, depresión o alteraciones del sueño. Una teoría sostiene que durante la infancia los afectados (sus cerebros digestivos) aprendieron a desarrollar molestias, para hacer frente a situaciones de estrés. Digamos que provocaban un cambio de escenario: la preocupación por el síntoma físico dejaba en segundo plano cualquier otra. Así, resulta que las molestias intestinales pueden revelar una dificultad para afrontar las complejidades que presenta la vida.

Es cierto que los síntomas de ambos cerebros se confunden. No es extraño, porque casi todas las sustancias que controlan y hacen funcionar el cerebro se producen en el intestino. Neurotransmisores principales como la serotonina, la dopamina, el glutamato, la noradrenalina y el óxido nítrico, bañan las células nerviosas del intestino igual que lo hacen en el cerebro, aunque pueden tener funciones diferentes. Las encefalinas, opiáceos cerebrales naturales, no faltan.
Y un hallazgo que ha dejado atónitos a los investigadores es que el intestino es una abundante fuente de benzodiazepinas, la familia de agentes químicos psicoactivos incluidos en medicamentos tan populares (y adictivos) como el diazepan. A medida que se conocen más detalles sobre las relaciones entre los dos cerebros, se entienden mejor algunos síntomas muy frecuentes. Por ejemplo, los “cosquilleos en el estómago, dolor…” son consecuencia de la estimulación de las células nerviosas intestinales, al liberarse cantidades extraordinarias de hormonas del estrés por orden del cerebro, cuando se enfrenta a una situación difícil (amenazas físicas auténticas o imaginarias).

El diálogo entre cerebros explica también muchos efectos secundarios de ciertos medicamentos. Los que ejercen efectos psíquicos también suelen tenerlos sobre el intestino. Los psicofármacos que provocan cambios en los niveles de serotonina cerebral, afectan la producción del neurotransmisor en el intestino y pueden provocar náuseas, diarrea o estreñimiento. Drogas como la morfina y la heroína actúan tanto sobre los receptores opiáceos que se hallan en el cerebro, como en los que se encuentran en el intestino. Ambos sistemas pueden hacerse adictos.

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