A través de diversos estudios, se ha comprobado su potente efecto como antibiótico y antifúngico natural. Este efecto es debido, principalmente, a dos de sus componentes: carvacrol y timol. Se ha demostrado que es mucho más efectivo el orégano silvestre que el cultivado, debido a que es más rico en compuestos fenólicos.
Esta planta representa una importante alternativa natural ante la resistencia a los antibióticos. Entre sus múltiples beneficios también destaca que estimula el crecimiento de bacterias probióticas, por lo que no afecta negativamente a nuestra flora intestinal. A su vez, resulta muy eficaz en casos de Helicbacter Pilory, bacteria causante de la mayoría de úlceras gástricas y gastritis, con síntomas como dolor abdominal, flatulencia, pérdida de peso y mal sabor d evoca. En otros casos como en el de Cándida Albicans, además del efecto fungicida, regenera la flora y es efectivo en casos de resistencia de otras sustancias.
También resulta muy útil su uso para combatir, entre otras cosas, gripes repetitivas, infecciones de garganta, sinusitis y otitis, herpes y verrugas, parásitos como lombrices, amebas, tenia o giardia; hongos en los pies y en las uñas, eczemas y acné.
Además de todo esto, en un cálculo del peso por gramo, el orégano y otras hierbas de la familia han superado a la mayoría de frutas y verduras en su acción antioxidante. El orégano tiene 42 veces más antioxidantes que las manzanas, 30 veces más que las patatas y 12 veces más que las naranjas.
La forma de uso que proporciona más beneficios para la salud es el aceite (extracto líquido), que puede ser usado interna y externamente. Los vapores pueden ser inhalados para combatir molestias de pulmón y la tos. Como medida de precaución, se tiene que mantener alejado de los ojos y membranas mucosas, así como áreas de piel sensible.
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